Un jefe peculiar
16/01/2025
Durante un trabajo que conseguí como programador por ahí por el 2020 durante la temporada baja de frutas, me toco trabajar con un jefe bastante peculiar. Era una persona intensa y con mucha pasión por el trabajo. Se notaba a simple vista que tenía un buen corazón e intenciones bastante nobles. Pero lamentablemente estaba cruzando una época difícil, lo que también se notaba a simple vista. Y eso lo tenía, a simple vista, bastante estresado.
Nuestra relación partió mal al principio. Desde un comienzo acordamos que mi cargo era remoto y a la semana comenzó a insistir que debíamos juntarnos más, e ir a una oficina. Fue insistente y tuve que ser firme al poner mis. Tenía un trato duro con las personas: era super exigente y eficaz para revisar el trabajo de su subordinado (yo). Muchos podrían pensar que era demasiado aguja, pero pese a lo molesto, eso provocó en mi desempeño un boost del cual yo mismo me sorprendí. Me enseño muchísimas cosas obre jefatura: el efecto que tiene ser directo, e incluso recurrir a la tiranía. También me enseño muchas cosas de frontend, que era su arma preferida. De hecho, todo el proyecto lo enfocó desde la perspectiva de front. Pero no hay que omitir que eso nos pesó a la hora de necesitar reportaría. Nos quedábamos atrás en inteligencia de negocios, porque para hacer reportes, había que darse una vuelta muy larga, cosas que con SQL salen en 2 minutos. Pero su arquitectura y gestión del proyecto si fue efectiva; nos permitió salir a producción en un plazo de 3 meses, con una plataforma de agendamiento de cursos en vivo, grabados y administración de recursos.
Gracias quizás a que no tenía mucho que perder en ese trabajo, me atreví a ser completamente auténtico; encararlo cada vez que sentí un trato inadecuado hacia mí, decir lo que pensaba y hacerle saber sus malas decisiones. Y pese a que me tuve que bancar varios malos ratos, nos hicimos amigos y forjamos una dupla potentísima. Lo malo es que finalmente la empresa quebró por culpa de la gestión comercial. Nos quedaron debiendo los sueldos y el finiquito y terminamos los dos tirando la talla en la dirección del trabajo. La empresa, después de una demanda, tuvo que pagarnos todo.
Su metodología de jefatura a mí me pareció incomoda, pero bastante efectiva. Sin embargo, él me conto que luego tuvo varios problemas en su siguiente trabajo, porque los desarrolladores eran pusilánimes y flojitos. Yo en la interna pensé que a esa empresa llegó un tipo pujante e intenso a liderar programadores un poco oxidados y eso hizo el corto circuito.
Le agradezco a este jefe su paso por mi vida y la experiencia que tuvimos juntos. La subida al cerro y el mote con huesillo. No le agradezco que, en un proyecto que trabajamos un par de años después me haya dejado botado, pero eso es pasado pisado.